Numerosos estudios han demostrado una sorprendente gama de beneficios derivados del juego frecuente y no estructurado en entornos naturales, exactamente el tipo de experiencias que Forest School proporciona.
Estos beneficios cubren el desarrollo holístico del niño en su totalidad:
El movimiento constante en un terreno natural desarrolla la fuerza, coordinación y equilibrio de nuestro cuerpo. Previene el sedentarismo y la obesidad. El movimiento natural variado estimula el desarrollo del cerebro y mejora la postura, las habilidades motoras gruesas y finas.
La estimulación sensorial de estar descalzo en diferentes terrenos ayuda especialmente a desarrollar la fuerza neuromuscular y la conciencia espacial. Todas y cada una de las partes de nuestro cuerpo requieren movimiento para estar saludables. El movimiento mejora la energía, la circulación aportando nutrientes y oxígeno.
Las áreas naturales brindan inimaginables escenarios y estímulos para que florezca la imaginación de los niños. Fácilmente inventan historias o crean escenarios de juego tal vez sobre exploradores, granjeros, o incluso científicos.
La Naturaleza también proporciona un sinfín de materiales para manualidades. El tiempo prolongado en la naturaleza proporciona oportunidades para la quietud, observación, la reflexión, estimulando el sentido de la belleza, apreciación, asombro y admiración en el niño.
Los entornos naturales son estimulantes, diversos, dinámicos y atractivos para el cerebro y todos los sentidos.
Proporcionan el entorno perfecto para el aprendizaje basado en el juego, la integración sensorial, y brindan infinidad de temas para estudiar. Calman el sistema nervioso, reducen el estrés y facilitan la concentración profunda.
Los niños que tienen dificultades para quedarse quietos, concentrarse o procesar los sentidos mejoran en entornos de aprendizaje naturales al aire libre.
El juego imaginativo desarrolla habilidades en la comunicación entre compañeros, resolución de conflictos y de negociación. El juego libre no estructurado durante un tiempo prolongado en la naturaleza promueve la resiliencia emocional, la independencia, la determinación, autoconfianza, autoconciencia , autorregulación y las habilidades para evaluar desafíos.
Se ha demostrado que la exposición a las feromonas y a los químicos que emiten los árboles estimula el sistema inmunológico. La exposición a la luz solar natural incrementa los niveles de vitamina D, un poderoso nutriente inmunizador del que la mayoría de nosotros carecemos.
La exposición a la microflora diversa al interactuar con suelos, plantas y animales mejora la salud y la diversidad del microbioma. El 80% de nuestro sistema inmunológico reside en el intestino, y cuanto más diverso sea nuestro microbioma, más fuerte será nuestro sistema inmune. El aire fresco, la luz del sol y los espacios amplios previenen la propagación de gérmenes entre los niños.
Las personas que pasan bastante tiempo moviéndose al aire libre y bajo luz del sol mejoran el sueño y los ritmos circadianos. Estos ritmos guían los procesos corporales, la falta de sincronización del ritmo circadiano (debido a la falta de tiempo al aire libre bajo la luz del sol y la exposición a luz artificial después de la puesta de sol), ha mostrado ser un poderoso indicador de depresión, ansiedad, insomnio y un amplio espectro de enfermedades de cuerpo y mente.
El tiempo descalzo en la naturaleza tiene el beneficio adicional de reducir la inflamación, dolor y estrés.
Los entornos naturales, lejos de ciudades abarrotadas, tienen menos aire contaminado.
